Pentecostés
El Pentecostés es una festividad que se celebra cincuenta días después de la Pascua, poniendo término al periodo pascual.
Etimológicamente, la palabra proviene del latín Pentecoste, y esta a su vez del griego πεντηκοστή, (pentecosté), que significa ‘quincuagésimo’, haciendo alusión, precisamente, a los cincuenta días que transcurren desde la Pascua hasta el Pentecostés.
Los cristianos celebramos en el Pentecostés la Venida del Espíritu Santo, que tuvo lugar, según la Biblia, el quincuagésimo día después de la Resurrección de Jesucristo.
El Nuevo Testamento relata el descenso del Espíritu Santo durante una reunión de los Apóstoles en Jerusalén (Hechos de los Apóstoles, II), acontecimiento que marcaría el nacimiento de la Iglesia cristiana y la propagación de la fe de Cristo.
Por ello, la Iglesia dedica la semana del Pentecostés en honor al Espíritu Santo, pero también celebra la Consagración de la Iglesia, cuyo principio lo marca esta epifanía. Para la liturgia católica, el Pentecostés es la cuarta fiesta principal del año y, según el calendario, puede celebrarse entre el 10 de mayo y el 13 de junio.
Oración:
Espíritu Santo, Tú que lo haces todo nuevo,
Tú, el Dador de Vida, despliega tu acción en nosotros
y ayúdanos a permanecer en Jesús y a compartir su misión.
La vida nos sorprende a diario con dificultades y retos.
Sorpresas agradables y desagradables nos esperan con cada nuevo día.
Recuérdanos las Palabras de Jesús y actualízalas en nuestro corazón:
“Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en Mí”.
Que nunca nada ni nada sea poderoso
para arrebatarnos la paz, el gozo sereno y el sentido
que Jesús nos descubre y nos ofrece.
Tú que sostuviste la entrega del Hijo,
que guiaste sus pasos en el camino de la voluntad del Padre,
guía los nuestros cada día, en cada instante, para seguir las huellas de Jesús.
Tú que le inspiraste a Él los gestos y palabras oportunas
de compasión y ternura, de valentía y lucidez, reveladoras del rostro del Padre,
bendice nuestras palabras y obras,
para que sean como las de Jesús, generadoras de encuentro y de vida.
Tú, que misteriosamente nos sostienes, nos dinamizas,
nos fortaleces y nos haces capaces de amar,
revigoriza en nuestro interior los sentimientos y deseos de Jesús
para que participemos con mayor compromiso de su misión.
Espíritu Santo, Tú que lo haces todo nuevo,
Tú, el Dador de Vida, despliega tu acción en nosotros
y ayúdanos a permanecer en Jesús y a compartir su misión.
Amén
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